Es famosa por combinar ópera con ritmos electrónicos, pero su nuevo álbum rompe con los esquemas en comparación con los anteriores

Sarah es de baja estatura, pero su voz es más grande que su aspecto físico. Su estilo musical combina la vocalización de las composiciones clásicas con ritmos electrónicos y a esto se le conoce como “Ópera Pop” u “Ópera Electrónica”. La crítica especializada asegura que es la modernización de los clásicos, pero los más conservadores lo ven más como una falta de respeto a genios como Mozart o Verdi y como una deformación a un arte vocal centenario que les resulta intocable por respeto a su valor histórico.

Esta cantante se inició en los 80s en el mundo de los musicales de la mano de Andrew Lloyd Webber, creador de obras como “Evita” o “Cats”, no sin antes experimentar con la ópera y otros ritmos. En la actualidad, promociona su nuevo álbum titulado “Symphony” (Sinfonía) en el cual experimenta con lo gótico y los temas depresivos. En una reciente rueda de prensa realizada en Londres -en la cual vestía de negro y nos mostró una rubia cabellera que es parte de su nueva imagen- Brightman conversó sobre su pasado, presente y futuro. He aquí lo más resaltante de su encuentro con los medios.

-¿Es cierto que primero fue bailarina que cantante?

-Totalmente cierto. Comencé a tomar clases de ballet desde los tres años de edad y, desde entonces, comencé a tomarle amor a la música. Con el tiempo me di cuenta que no quería bailar, sino cantar esas piezas maravillosas que sonaban durante los ensayos de ballet.

-¿Todavía baila?

-Paré de hacerlo cuando tenía 13 años. Porque llegó un momento en que tenía que decidirme por la música o la danza y, como pueden notar, me quedé con el canto.

-Pocas personas saben que usted era intérprete de música disco en los setenta, ¿Qué recuerda de esa década?

-Era una adolescente para la época. Grabé un sencillo junto a la banda “Hot Gossip” llamado “I lost my heart to a Starship Trooper” (Perdí el corazón por un astronauta) y no me imaginé que iba a ser todo un éxito en el Reino Unido. A pesar de ser un tema bailable nunca pude interpretarlo en discotecas por ser menor de edad, pero si lo canté muchas veces en televisión.

-Su entrada al mundo de los musicales fue con “El Fantasma de la Ópera” y con “Cats”, luego se dedicó a cantar como solista, ¿Este cambio qué consecuencias le trajo a su vida?

-Muchos cambios, más de los que imaginé, porque nunca creí que iba a llegar tan lejos y mi vida ahora es muy ajetreada. A veces estoy en la mañana en una entrevista en Moscú y de repente ese mismo día, en horas de la noche, estoy en Tokio ofreciendo un concierto. Mi vida es una carrera diaria.

-Canta ópera y también musicales, ¿Hay alguna diferencia entre ambos estilos a la hora de interpretarlos?

-Creo que no hay ninguna diferencia, porque igualmente debo pararme frente a un escenario y cantar y actuar. En lo que varía es si lo hago para TV o para un público en vivo y éste último sí me pone nerviosa, porque es un reto, ellos están allí por mi y debo darles lo mejor y no decepcionarlos.

-¿Admira a algún artista?

-A muchos. Pero mis favoritos son María Callas y la banda de rock sinfónico Pink Floyd. Sé que son opuestos, pero ambos crearon música muy especial.

-¿Y de los actuales?

-Ninguno. Hay demasiados cantantes productos para mi gusto.

-Su nuevo álbum es más oscuro y depresivo, ¿A qué se debió ese cambio?

-Es el fruto de una experimentación. Me gusta variar en cada disco que hago, pero sin perder mi esencia musical. Entonces, cuando se planificó este álbum, decidí junto al productor que sonara más oscuro, ya que es lo que está moda y era algo que yo quería experimentar. El resultado final quedó muy gótico y eso me encanta.

-¿Cree usted que ha modificado los patrones de la ópera?

-No lo sé si los he cambiado, pero al menos he experimentado con la ópera y he hecho que mucha gente se interese en este tipo composiciones, sobre todo los jóvenes, que son tan reacios a escuchar lo que ellos consideran “música para viejos”. Ellos escuchan ópera gracias a mí.